¿La bolsa o la vida?
Artículo del secretario de Asesoramiento Jurídico y Sindical de CCOO Castilla y León, Carlos Castedo, publicado en la edición digital del Norte de Castilla.
"En estos tiempos convulsos hay gente empeñada en hacernos comulgar con que la salud y la economía son opciones contrapuestas y equidistantes. Son quienes en tribunas parlamentarias, medios de comunicación, redes sociales y barras de bares, alimentan un falso dilema con el que pretenden que renunciemos a salvar vidas a cambio de intentar mantener la actividad económica. Y es falso porque nadie debería pensar que exista nada más importante que la vida. Lo cierto es que no cabe opción puesto que si no se combate la pandemia con decisión, será ella quien asole la economía".

Esta pandemia tiene y tendrá consecuencias negativas para muchas empresas y sectores, de la misma manera que son positivas para otras. Contar con un tejido productivo excesivamente vinculado a actividades como el turismo y la hostelería, entre otras, supone que imponderablemente nuestra economía se vea muy afectada. Lo hemos vivido anteriormente en actividades que también sufrieron, aunque por motivos diferentes a este virus, como ocurrió con la minería del carbón o con sectores industriales de gran fortaleza, actualmente desaparecidos del territorio nacional.
La alternativa salud o economía está viciada por los intereses de quienes la fomentan; y aun pudiendo ser legítimos para ellos, no son el interés general de la sociedad que sin discusión es preservar la vida y la salud de todas las personas. Planteada la salud como primera y principal prioridad, la segunda debería ser garantizar el sustento de todo el mundo, que no deja de ser otra forma de preservar su salud. En esta crisis el Gobierno ha adoptado medidas económicas muy relevantes, muchas de las cuales han contado con el consenso de los agentes sociales, y que, en general, han permitido mitigar parte del sufrimiento de muchas personas, a la vez que ayudan a sentar bases para la recuperación de la economía después del covid. Tenemos un potente sector público -aunque a algunos nos gustaría que lo fuese todavía más- que nos está permitiendo afrontar esta crisis de una forma impensable en otras sociedades más inclinadas al liberalismo económico; si bien las medidas necesarias suponen -y van a seguir siendo- un importante esfuerzo económico para el país.
La clave es acertar en cómo afrontar su coste, a la vez que se avanza hacia una sociedad menos desigual y más inclusiva y solidaria, donde el interés general prime sobre el particular; en la que aporte más quien realmente tenga más, en la que las decisiones políticas sean transparentes y más sociales; una sociedad en la que no sea necesaria la respuesta solidaria de la ciudadanía y de las organizaciones sociales; que cuente con más personal sanitario y medios públicos para garantizar nuestra salud, con más recursos educativos que sirvan para reducir la desigualdad social y con más y mejores políticas públicas para apoyar a quienes realmente lo necesitan, garantizando para todos y todas una vida digna.
Entendamos la crisis como una oportunidad para construir una sociedad mejor y más justa. Y a quienes, a pesar de todo, sigan convencidos de que mantener la actividad económica debe ser prioritario a preservar nuestra salud, se me ocurre preguntarles quién entrará en sus negocios o quién reclamará sus servicios cuando todos estemos muertos, incluso ellos.